1.11.09

La primera impresion no siempre es la que cuenta

Muchas veces se lo atribuimos a la suerte, sobre todo a la mala. Cuando ocurre algo negativo que no esperabamos.
Cuando nos pasa algo bueno suele ser que lo merecemos, y lo malo, alguna desgracia azarosa, o que los dioses estan jugando a castigarnos, pero mayormente todo lo que vivimos lo atraemos nosotros. Lo que parece bueno y lo que parece malo. Lleva tiempo aprender que lo bueno quiza no es tan bueno y que lo malo quiza no es tan malo. Solo hay que estar serenos y vivir lo mas feliz posible.

Hay una frase de un libro que super recomiendo que dice:
"No existe ningún problema que no te aporte simultáneamente un don. Buscas los problemas porque necesitas sus dones"

Y para continuar con la linea, dejo un cuentito:

En la antigua China, un anciano sabio que vivía en las montañas, poseía muchos caballos. Cierto día, al regresar a su casa luego de un largo día de trabajo, descubrió que su yegua había huido. Su familia y los vecinos lo ayudaron a buscarla, sin embargo, al final desistieron. Ellos quedaron tristes por la infelicidad del anciano y le dijeron: “Sentimos mucho lo que le ha sucedido a usted”. Sin embargo, para sorpresa de todos, el anciano respondió: “La pérdida de mi yegua no necesariamente es algo malo. Si es suerte o azar, solamente el tiempo lo dirá”.

Al día siguiente, entrada ya la mañana, el anciano divisó en el horizonte dos caballos que venía galopando en dirección a su casa. Él reconoció su yegua que venía acompañada de un corcel de porte majestuoso. Luego de prender a los caballos, el anciano fue hasta la aldea para informarse si alguien había comunicado la pérdida de un caballo. Como nadie sabía de quién podría ser ese caballo, le aconsejaron que lo conservara con él, hasta que el dueño apareciera. Sus familiares y vecinos quedaron tan contentos con la suerte del anciano que hicieron una gran fiesta para celebrar el retorno de la yegua y la adquisición del corcel. Al pedirle al anciano que dijera unas palabras, él se levantó y dijo calmadamente: “La adquisición de ese caballo no es necesariamente algo bueno. Solamente el tiempo dirá si eso fue bueno o no”.

Una semana después, el hijo del anciano decidió montar al nuevo corcel, sin embargo como no tenía la habilidad suficiente para montar un caballo, acabó cayéndose y se quebró una pierna. La familia del anciano y sus vecinos se reunieron alrededor del joven y comentaron: “¡Esto es terrible!” “¡Ese caballo ha traído mucha desgracia a la familia!” Inclinándose sobre su hijo, el anciano dijo: “Este accidente no necesariamente es una desgracia. Solamente el tiempo dirá si eso fue bueno a malo”.

Algún tiempo después, el reino fue envuelto en una cruel e injusta guerra con el reino vecino y todos los jóvenes fueron convocados a la guerra.

Los vecinos del anciano lamentaron que sus hijos tuvieran que luchar en la guerra. Era imposible escapar al reclutamiento, pues el alistamiento se efectuaba ciudad por ciudad, de casa en casa, en busca de jóvenes en edad de servir en el ejército del reino. Finalmente, llegaron a la casa del anciano. Al ver al joven con la pierna quebrada, dijeron: “Este joven podría ser un buen soldado si no tuviera la pierna así. No podemos llevárnoslo con nosotros”. Y así el joven fue dispensado de luchar en dicha guerra.

Los vecinos, observando la escena, comprendieron cuán sabio era el anciano y aprendieron con él una gran lección. El anciano les enseñó que los acontecimientos que aparentemente son malos, negativos en un primer momento, en el futuro se pueden revelar como buenos y vice-versa. La suerte o el azar dependen de la postura de cada persona y de la connotación que ella le da a cada acontecimiento.

Sin duda alguna en el trascurso de nuestra práctica, hemos enfrentado situaciones negativas algunas, pero las positivas, los beneficios no han dejado de aparecer luego de una intensa lucha por transformar la adversidad. El Presidente Ikeda dijo cierta vez: “A veces, uno gana. A veces, pierde. Hay de todo en la vida… Pero si llegaran a verse en un traspié, no le den importancia, sonrían y digan: “¡En ciertos casos, se gana perdiendo!”, y sigan avanzando hacia delante con actitud alegre y brillante. No dejen que un fracaso les haga bajar los brazos o detenga su progreso. Sin embargo, recuerden que lo más importante es que triunfemos al final